
IA para Pymes
julio 22, 2025La urgente transformación que necesita la PyME argentina

Por Martín Yechua.
En el siempre cambiante escenario argentino, la resiliencia del empresario pyme ha sido una constante. Hemos aprendido a navegar tempestades, a capearlas y a salir fortalecidos.
Sin embargo, hay un giro en el horizonte que me llama poderosamente la atención y que, creo, marca un antes y un después en la agenda de nuestros líderes empresariales.
Una encuesta reciente de la Asociación de Directorios Asociados (Adiras), realizada en diciembre de 2024, arroja un dato revelador: para el 37% de los empresarios, los principales desafíos de sus compañías son de índole interna.
Si sumamos el 35% que menciona una combinación de factores internos y externos, tenemos una mayoría contundente que pone el foco en lo que podemos controlar desde adentro.
Esto es un cambio radical si lo comparamos con 2021, cuando sólo el 5% priorizaba lo interno y casi la mitad (48%) se sentía rehén de las variables externas.
Un giro significativo
¿Qué significa este viraje? Para mí, es una señal de madurez y, a la vez, de optimismo cauteloso. Implica que, si bien el contexto sigue siendo desafiante, hay una creciente convicción de que gran parte de nuestro destino está en nuestras manos.
Ya no podemos seguir usando la crisis externa como única excusa. Es hora de mirar hacia adentro, de hacer una introspección profunda y de trabajar en esos factores internos que son, a la larga, los verdaderos motores de la productividad y la sostenibilidad de nuestras pymes.
Pero ¿cuáles son esos factores? Permítanme desglosarlos, porque son los pilares sobre los que debemos construir el futuro.
Factores críticos
El primero, y quizá el fundamental, es la gestión del talento. En un mercado laboral complejo como el argentino, atraer, retener y desarrollar a los mejores es un arte y una ciencia.
No se trata sólo de salarios; se trata de construir una cultura organizacional sólida, donde el empleado se sienta valorado, se asuma como parte de un propósito mayor. Esto implica invertir en capacitación, ofrecer oportunidades de crecimiento, fomentar un ambiente de trabajo colaborativo y, crucialmente, desarrollar liderazgos inspiradores.
El liderazgo interno es clave para motivar a los equipos en momentos de incertidumbre y para impulsar la innovación desde las bases. Una buena gestión del talento reduce la rotación, mejora el clima laboral y, en última instancia, impacta directamente en la productividad.
Otro factor crítico es la eficiencia operativa y los procesos internos. Demasiadas pymes siguen operando con inercias o con sistemas que funcionaban en otro contexto.
Es momento de revisar cada eslabón de la cadena de valor: desde la compra de insumos hasta la entrega final. ¿Estamos optimizando nuestros costos? ¿Tenemos procesos claros y eficientes? ¿Estamos utilizando la tecnología de manera inteligente para automatizar tareas repetitivas y liberar tiempo para actividades de mayor valor?
La digitalización, que antes parecía un lujo, hoy es una necesidad imperiosa para competir. Esto incluye desde la implementación de un buen CRM hasta la automatización de la contabilidad o la gestión de inventarios. Eficiencia no es sólo reducir gastos: es mejorar la calidad y la velocidad de respuesta.
En tercer lugar, debemos poner el foco en la innovación y el desarrollo de productos o servicios. El mercado es dinámico y lo que hoy funciona, mañana puede no hacerlo.
La pyme debe ser un laboratorio constante de ideas. Esto no significa necesariamente grandes inversiones en I+D; a menudo, la innovación surge de escuchar a nuestros clientes, de entender sus necesidades no satisfechas, de observar las tendencias del mercado y de atreverse a probar cosas nuevas.
La creatividad y la flexibilidad para adaptar nuestras ofertas son esenciales. ¿Estamos invirtiendo lo suficiente en investigación de mercado? ¿Estamos fomentando un ambiente donde las nuevas ideas sean bienvenidas, incluso si fallan al principio?
Por último, pero no menos importante, está la salud financiera interna y la planificación estratégica. Si bien el acceso a financiamiento externo es un desafío, la forma en que gestionamos nuestras propias finanzas es crucial.
Esto implica tener un control estricto de los flujos de caja, gestionar la liquidez, diversificar fuentes de ingresos y, fundamentalmente, elaborar una planificación estratégica clara y realista. No podemos operar al día.
Necesitamos tener metas a mediano y largo plazo, definir KPI (indicadores clave de rendimiento) y monitorearlos de manera constante. La capacidad de anticipar escenarios y de planificar contingencias es lo que nos dará la ventaja.
Una oportunidad
Este cambio de paradigma, donde el empresario pyme argentino mira con más énfasis hacia adentro, es una oportunidad.
Es la demostración de una madurez que nos invita a dejar de culpar exclusivamente al contexto y a tomar las riendas de nuestro propio destino.
La productividad de las pymes no sólo dependerá de las variables macroeconómicas, sino, cada vez más, de cómo abordemos estos desafíos internos con liderazgo, innovación y una gestión impecable.
Es un camino arduo, sí, pero es el camino hacia la construcción de empresas más fuertes, más eficientes y, sobre todo, más dueñas de su propio futuro.

Martín Yechua, Director Ejecutivo de ADIRAS (Asociación de Directorios Asociados).